José vive en Sevilla porque la menor de sus seis hijos, Ellavled, reside aquí. Vino a visitarla hace ocho años y le dijo “Mira hija, me gusta Sevilla, a ver si puedes tener la oportunidad de volverme a traer” y aquí está de nuevo.

Ha tenido muchos trabajos pero la música siempre ha sido su verdadera vocación. Su nombre artístico es “Guapachá” y lleva siempre consigo un reproductor de mp3, unas maracas y una libreta con letras de boleros, más de trescientos, dice. Siempre está dispuesto a cantar.

José recuerda de su infancia que los niños hacían bongoses con perolas viejas, que al sacarles el fondo, sonaban. En su primer grupo musical él tocaba el bongó, pero al final se encargó del canto y con doce años ganó un concurso de radio infantil cantando un bolero que aún conserva en su repertorio, “Una copa más”, de Los Panchos.

En la Venezuela de los años 50 se escuchaba música en las rocolas que cualquier establecimiento tenía para atraer a la clientela. Guapachá descubrió así a algunos artistas españoles como Antonio Molina o Los Churumbeles -un grupo del que aún recuerda la canción “Cariño verdad”-, también cientos de guarachas, danzones, rancheras y por supuesto, muchos boleros. Guapachá describe el bolero como pegajoso, “si uno está despechado se va para la cantina a tomarse sus tragos y se pone unos boleros”.

Dice que probablemente le entierren en Sevilla. Su hija le dice: anda papá, ¿ya estás pensando eso? Y el responde: Bueno, todo es relativo… Según José “los músicos somos todos unos sentimentales, somos buena gente. No me gusta hacer el mal y hay que decir la verdad así cueste la vida, como decía mi abuelo. Hay que hacer el bien para figurar bien. Y cantar. Y reír.”